miércoles, 22 de octubre de 2008

Lo dicho

Sabiendo que era el último no sabes cuanto me costó. Le puse todo mi empeño y gracias a eso pude sentir la perfección. Sin dudas. Sin equivocaciones. Único y transcendental. Después de un mes de práctica ese era el resultado ¿Sabes? Creo que mereció la pena. Cada persona debería sentirse así como mínimo una vez en su vida, debería tener un beso tan especial como lo fue aquel, aunque sólo fuera para comprender que, por muy humano que seamos, no estamos tan lejos de alcanzar la felicidad.
Apenas un dia después del momento de mayor emoción en mi vida, volví a sentirlo. Algo que subía desde mi estómago y me bloqueaba la respiración y que, por fortuna, pasó a convertirse en un torrente de lágrimas y suspiros acompañados de pensamientos sombríos. Esos que me acompañan cuando nadie mas lo hace. Salen directamente desde mi subconsciente y me echan en cara lo que nunca me apetece escuchar. Que no consigo que nadie se enamore de mí. Que me lo han vuelto a hacer. Que estoy de nuevo en un punto muerto. Que no soy merecedora de que alguien me quiera tanto cómo para no dejarme escapar. En conclusión que no soy lo suficientemente buena para nadie. Ya lo decía, muy acertada, Vanexxa: “Y mis rimas son tan pobres como todo lo que queda de mi yo, no me extraña que no me quieras, si es que soy lo peor.”